
El fuerte vínculo entre emprendedores y cooperativas
03/07/2021
En el Día Internacional del Cooperativismo, que se celebra este sábado 3 de julio, es bueno recordar el estrecho nexo entre el cooperativismo y el emprendurismo, conexión que muchas veces parece olvidarse pero que tienen mucho en común y que se complementan.
Un idea, un planteo, una iniciativa pueden estar tan cargadas tanto de una visión como de la otra. Más si están en el camino de las actividades económicas y de la labor de los seres humanos. Así piensa Walter Zurdo, presidente de la Federación de Cooperativas de Producción del Uruguay (FCPU) y titular de la Cooperativa Kultura.
«El cooperativismo tiene muchísimo de emprendurismo, en la medida que es parte del ser humano, de las actividades económicas. Los uruguayos somos emprendedores en todos los ámbitos de la vida. La empresa unipersonal es uno de los primeros emprendedores, el cómo uno resuelve el sustento a través de un pequeño negocio», comentó Zurdo. «Debo decir que con muchos éxitos en muchos casos más allá de los vaivenes» de la economía, continuó.
El proceso del emprendedor, hasta llegar al cooperativismo, y según la experiencia que ha tenido Zurdo, comienza con un negocio o comercio chico, «muchos de forma ilegal». «Pero esto no quiere decir que es algo malo; al principio se arranca en negro por un tema de costos, y también para ir probando, y luego se vuelve legal. No digo que esté bien, pero son pasos que se dan».
Después «terminan» en la cooperativa porque en muchos casos precisan más personal, y hay muchos emprendimientos que requieren más mano de obra y la «alternativa de la cooperativa es buena», remarcó el presidente de la Federación de Cooperativas.
Y luego empiezan a comprender el movimiento cooperativo. Emprender surge inicialmente de pequeños colectivos, que van direccionándose hacia la cooperativa, «una organización flexible sin grandes complicaciones y manejable en aspectos económicos». «Esta es una pauta que vemos en general», explicó Zurdo quien, como líder de la Cooperativa Kultura –vinculada al trabajo–, maneja datos y experiencias de primera mano.
Si bien al principio a los emprendedores les mueve «una necesidad laboral», el «espíritu del cooperativismo» prende entre ellos «con todo lo que significa ser varios». «Hay un ida y vuelta muy importante, demostrado a lo largo y ancho del país en mil formas. Es una buena experiencia en general. El cooperativismo mama la ayuda del emprendurismo. Nos nutrimos de eso, esto va y viene», insistió Zurdo.
«Soy educador y en mi cooperativa somos siete, todos técnicos; llevamos adelante la política pública socio educativo y laboral. También hacemos capacitación y formación, seguimiento y apoyo al emprendimiento, trabajos con las mujeres rurales, etc. Estamos muy vinculados al tema. Apoyamos los emprendimientos a buscar financiación para el negocio», detalló el también secretario de Cicopa Mercosur (que forma parte de la organización mundial de cooperativas).
«No buscamos que todos formen cooperativas, mostramos todo el panorama. No obligamos», aclaró. «Como es lógico, se suele buscar el empleo fijo porque ser emprendedor tiene sus riesgos. A veces el miedo es cuando debés legalizar, la maraña de trámites en la que te metés. Una empresa de mediano porte tiene la capacidad para abordar el proceso, ahora con los pequeños emprendimientos es más complicado», matizó Zurdo.
Clave
De su lado, Pedro Delprato, de la cooperativa El Abrojo –fundada en 1988 pero que maneja esa figura desde 2008–, señaló que resultó ser «clave» contar con un proyecto colectivo y compartir «entre varios una misma intencionalidad» para dar el paso hacia el cooperativismo. «Y cosas que emprendíamos más como asociación civil en base a una idea, el hecho de poder colectivizarlo y hacerlo proyecto común fue clave», recalcó.
«En algún momento cuando empezamos como asociación civil, pensamos que era la figura que mejor se adecuaba para nosotros. Después de alguna forma el contexto fue cambiando y también había como un imaginario al inicio, en el cual no importaba desde el lugar que se hiciera este emprendimiento. Si era una asociación o una fundación, y la cooperativa no era una herramienta que estaba en los planes», indicó Delprato, coordinador Programa Socio laboral en El Abrojo y miembro de la comisión directiva de la cooperativa.
Después ese pensamiento comenzó a diluirse y el hecho de que las personas se involucrase más en las ideas «también tenía que ver en la manera que se organizaba». «Y eso se nos llevó a dar el paso (hacia el cooperativismo): teníamos que acompañar ese cambio del imaginario y llevarlo adelante, y eso implicaba que todos estuvieran en el mismo proyecto», resaltó.
Según Delprato, al conformar la cooperativa le agregaron valor a la asociación civil, algo que sucedió cuando El Abrojo cumplió sus primeras dos décadas de labor. «De alguna forma la mantenemos (a la asociación civil), porque tiene toda una trayectoria detrás».
«La intencionalidad es que la cooperativa cobre más fuerza en el tiempo como proyecto colectivo», aunque reconoció que cada miembro, como es lógico, «tiene formas distintas» de actuar y pensar, por lo que «no ha sido fácil». Pero sí posible. «La capacidad de emprendurismo se potencia cuando es compartida. En ese sentido se complementan fortalezas. Como confluir y organizar para que vayan en la misma sintonía. Conjugar saberes y competencias de cada uno para emprender es más sencillo», reflexionó.
Y en El Abrojo, que «conjuga sensibilidad social», es necesario contar con «distintos saberes» dentro de los proyectos. «Es un amplio abanico si sos un emprendedor de tu empresa, que tiene que ver con la producción. En este caso, la producción son procesos sociales de inclusión, entonces hay que tener un saber detrás diferente, saber conjugar eso; por ejemplo, gente que sabe de ciencias sociales pero nada de administración. Y se trata de una administración humana», concluyó Delprato.